Un jinete. Un guerrero de yelmo rematado por un alto tocado. Una figura diminuta y gigante de bronce, encontrada en el año 31. Una pintura en la pared, que me pareció un poster, en mi cuarto por dos días. Un guerrero que encierra y atesora muchas cosas: antiquísimas y a la vez actuales, de pleno presente; eternas.
El Guerrero de Mogente se deja ver, impasible, como siempre durante miles de años. Durante toda la eternidad. Cuando lo interpelo, guiado por mi curiosidad, y dejo hablar al “otro” como sin querer, me dice cosas en su imperturbabilidad hierática, y su aspecto de juguete de niño. El “otro”, mi inconsciente…

En mi asociación libre, sin premeditar, me trae a la memoria (al espíritu en el lugar donde éste roza con el alma), el signo chino de “valentía”: un hombre con un gran yelmo.
El ideograma de hombre con un tocado en la cabeza, imaginado por mí, que es en realidad un campo arado.
El Campo Arado, el signo personal de la vida y la muerte. Mi signo personal. El surco del arado es fosa de muerte. A la vez, de renacimiento en la semilla que germina, si se supera el miedo. El miedo a la muerte.

El guerrero de Moixent, con su alto casco de valor, baja del caballo de bronce y, cogiéndome de los hombros, me sacude. De mis hombros operados, doloridos. Desgastados por años de entrenamiento de Aikido:
– ¡Eh!, ¡Despierta! Despierta de tu miedo. A Yume no Uchi le sigue Ryoku Hi. Ponte el yelmo. ¡Yo lo hice! Tras 2400 años de sueño salí del surco de la muerte para renacer. Para vivir de nuevo e inspirar a gente como tú. Aún en una habitación improvisada y a través de una imagen mía pintada en la pared.
Jin, Gi, Rei, Chi, Shin, Gen, las seis virtudes anteriores, no son nada sin la séptima. Yu, la Valentía
Subiendo por el ascensor, que refleja mi imagen (tantas veces denostada) en su espejo, y saliendo ante la puerta del Dojo, abro la puerta. La capa de tierra que tapa el surco. Para renacer y compartir mi aikido con tanta buena gente. Con mis amigos.
El Guerrero de Moixent, el juguete de bronce, el autentico jinete eterno, quiso zarandearme cogiéndome de mis doloridos brazos.
Dedicado a todos los participantes en el seminario de Moixent (Valencia), los días 22 y 23 de febrero de 2025.